Rudolf Nureyev fue un bailarín nacido en Rusia, nombrado por muchos críticos como el mejor bailarín del siglo XX, y posiblemente el mejor que jamás ha existido. Creció en un pueblo cerca de Ufá, en la República de Bashkortostán. De niño fue alentado a bailar en danzas folclóricas bashkirias, siendo un bailarín precozmente destacado.
Debido a la interrupción de la vida cultural soviética causada por la Segunda Guerra Mundial, Nureyev no pudo comenzar sus estudios en una buena escuela de ballet hasta 1955, cuando fue enviado al Instituto Coreográfico de Vaganova, dependiente del Ballet Kirov en Leningrado. A pesar de su comienzo tardío, fue pronto reconocido como el bailarín con más talento que la escuela hubiera visto en muchos años. Al cabo de dos años Nureyev ya era uno de los bailarines rusos más conocidos, en un país donde el ballet era venerado y donde se convertía a los bailarines en héroes nacionales. Poco después ya gozaba del privilegio excepcional de viajar fuera de la Unión Soviética, cuando bailó en Viena en el Festival Internacional de la Juventud. No mucho después, debido a su conducta, no se le volvió a permitir viajar al extranjero, limitando sus actuaciones a giras por las provincias rusas.
En 1961 su vida cambió. El principal bailarín de Kirov, Konstantin Sergeyev, sufrió un accidente y Nureyev fue elegido para sustituirle en París. Allí, su actuación impresionó a la audiencia y la crítica. Pero Nureyev rompió las reglas en cuanto a asociarse con extranjeros. Al darse cuenta de que probablemente no se le volvería a permitir viajar al extranjero después de esta ocasión, el 17 de junio en el aeropuerto de París, decide no volver a su país y refugiarse en Occidente, tras lo que nunca volvió a pisar suelo ruso.
Una semana más tarde, Nureyev había sido contratado por el Grand Ballet du Marquis de Cuevas y se encontraba actuando en "La bella Durmiente" con Nina Vyroubova. Nureyev se convirtió en una celebridad instantáneamente en Occidente. Su dramática deserción y su talento excepcional lo convirtieron en una estrella internacional. Durante una gira en Dinamarca conoció a Erik Bruhn, un bailarín diez años mayor que él, que se convertiría en su amante, su mejor amigo y su protector durante varios años. La relación fue tormentosa debido a la promiscuidad sexual de Nureyev, pero la pareja se mantuvo unida.
Al mismo tiempo, Nureyev conoció a Margot Fonteyn, la principal bailarina británica de su época, con la que formó una relación profesional y de amistad. Ella lo introdujo en el Royal Ballet de Londres, que se convertiría en su base principal durante el resto de su carrera artística.
Nureyev fue inmediatamente solicitado por cineastas, y en 1962 hizo su debut cinematográfico en una versión de Les Sylphides.
Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn bailando en "Les Sylphides".
Comenzó con danza moderna en el ballet nacional de Holanda en 1968 y en 1972, Robert Helpmann lo invitó a una gira por Australia con su propia producción de Don Quijote, su debut como director.
Durante los años 1970, Nureyev hizo aparición en varios largometrajes y viajó por los Estados Unidos. En 1983, fue nombrado director del Ballet de la Ópera de París, donde además de director también continuó bailando. A pesar de su avanzada enfermedad hacia el final de su cargo, trabajó incansablemente produciendo algunas de las obras coreográficas más revolucionarias de su época.
Para más información sobre este gran bailarín, consultar su página: http://www.nureyev.org/
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